domingo, 13 de abril de 2014

Ciclos

A veces, ingenuamente, me rebelo. Me digo que no hay razón para acomodarse al ciclo, que a ver por qué el viernes me ha de gustar siempre y el domingo, nunca. Inútil protesta. Estoy irremediablemente sometido a ciclos de toda ralea, sean astronómicos, biológicos, profesionales, escolares, vacacionales, diarios, semanales, mensuales, anuales o lo que sea. Un carrusel del que suelo quererme bajar y me es imposible porque siempre está en marcha. Es quedarse en él o matarse, o casi.

Luego están los ciclos electorales y las campañas recurrentes. Regresan las elecciones al Parlamento Europeo y, como siempre y con la misma puntualidad de la convocatoria, me dispongo a apagar los noticiarios de la radio hasta que se celebren, ahorrándome la insufrible campaña y sus preliminares.

Manifestar mi hastío es también aburridamente cíclico.

En el disfrute de la música, sin embargo, no observo ciclos, no hasta ahora, solo el paulatino descubrimiento de lo que para mi supina ignorancia musical son novedades. 

Ya puestos a hablar de unión europea y de melancolía, no se me ocurre nada mejor.