miércoles, 28 de septiembre de 2011

La vida contada

Leo el último artículo de Enrique Lynch, "La vida en serie" y me siento aludido. Quizá sea la peor sensación posible para analizar objetivamente nada: provoca respingos. 

No comprendo la extraordinaria singularidad que Lynch quiere atribuir a las series de televisión a las que se refiere, que a mi entender no son más que otro ejemplo, tecnológicamente actualizado, de la viejísima tradición o necesidad humana de contar y escuchar cuentos. Cambiando un par de palabras (productor o guionista por editor o escritor) Enrique Lynch podría estar hablando en su artículo de literatura, no digamos de cine. Se empeña en buscar parecidos con radiadas aventuras de Tarzán (podría haberlo hecho con "La Saga de los Porretas", que me cae más cerca), cuando en realidad lo que atribuye a las series bien podría decirse de la lectura de “Guerra y Paz”, por ejemplo.

No parece el texto de un escritor y profesor de filosofía sino el de alguien que ve series de televisión con mala conciencia. 

Y esta entrada no parece, sino es, un respingo de un tipo ocioso, aburrido y solitario.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Impasiblemente asustado

No lo aparento. Nadie puede verlo, solo yo sentirlo desde hace un tiempo. Con cierta angustia lo recordé al ver una escena de "The Sinking of Laconia", una miniserie sobre un incidente histórico.


Allá vamos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Perdido

Una de las múltiples ventajas del gigantesco flujo de información de Internet radica en su capacidad para disipar algunos errores, impresiones equivocadas que de otro modo se mantendrían indefinidamente. Ahora mismo me pregunto cuántos de unos y otras llevo a cuestas. Sé que Internet también genera errores, pero no hay duda de que el balance global es extraordinariamente positivo.

Me refiero a los errores ingenuos e inofensivos cuyo descubrimiento a lo sumo nos provoca una sonrisa. En mi caso el anterrequetepenúltimo de esa especie fue la impresión que tuve al oír por vez primera Every Teardrop is a Waterfall de Coldplay. Pensé que el arranque reproducía aquel Ritmo de la noche que diría que bailé si pudiera recordarlo, y me sorprendió lo que parecía un descarado plagio que se añadiría a aquel otro asunto. La red me aclara que todo tiene su explicación. Una que además me permite conocer la singular historia de Peter Allen, lo que me lleva al musical The Boy from Oz, donde con cierta sorpresa tropiezo con Hugh Jackman, que me recordará a la saga de X-Men, concretamente a su First Class, aquella película que le gustó tanto al pequeño como a mí, protagonizada por un Michael Fassbender que habrá de llevarme en su momento a las recientes Shame y A Dangerous Method. Y así.


Y yo con estos pelos enfrentado a un recurso que no sé por dónde empezar. Qué peligro tiene la red. Cómo me pierde.