sábado, 28 de mayo de 2011

El padre de la niña. (A la fuga).

Huyo del lugar como alma que lleva el diablo. Me he encargado del traslado a la iglesia, de posar y no gemir. Reclamo por ello mi derecho a huir. Puede parecer lo contrario pero me convenzo de que mi papel no ha sido solo digno, sino estelar. O puede que no. Las malditas dudas. Yo diría que he sido estoico, casi heroico. O patético.





No, no pienso asistir a ninguna primera comunión. Como cualquier tradición religiosa, no es más que una -otra más- forma deshonesta de afrontar nuestro minúsculo papel en el mundo. Mi gesto es otra expresión de mi profundo puritanismo para según qué cosas. Soy divertido, tirando a chusco, cuando me pongo dramático.

No puedo seguir. Debo reunirme con la familia. Dentro de poco saldrán y no quiero perderme el gesto de la pequeña ni -ay, que Satán perdone mi cursi debilidad- su radiante disfraz de princesa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario