martes, 13 de diciembre de 2011

¡Boum!

Llevo demasiado tiempo enfrascado en el asunto de la estafa. Ha decaído el entusiasmo con el que lo tomé en mis manos. La razón es que a pesar de presumir de compasivo, descubro con disgusto que el placer que me proporcionaba el expediente surgía de un pueril afán de venganza. 

La impugnación se presentará mañana. Nuestro colega se ha revuelto amenazante cuando ha tenido noticia de lo que estamos tramando. El pobre diablo ha intentado su último salto mortal pero ya no hay forma de apagar la mecha de la bomba que lleva atada a las manos. 

Ya no hay entusiasmo.

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