martes, 29 de noviembre de 2011

Truhanes

Un infame colega estaba estafando a sus clientes. Ahora son nuestros. Debo hacerme cargo del asunto. Tenía curiosidad y ganas de lanzarme sobre el expediente. Ya es mío. Soy un cuáquero justiciero, ya se sabe, así que debiera sentirme satisfecho, pero es empezar a analizar las tropelías, las falsedades, el elaborado engaño, la burda vanidad expresada en imposibles membretes, la codicia desenfrenada y empiezo a sentir una desesperante incomodidad. ¿Cómo es posible? ¿Cómo puede seguir adelante el farsante? ¿Cuándo pensaba detenerse?

Desde este momento es un mísero incauto. Está acabado y aún no lo sabe. 

Lo sabrá en cosa de diez días hábiles.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Empezamos bien

El día de las elecciones falleció Javier Pradera. Justo después de una campaña fantasma

Diría que esta inquietante legislatura ha empezado de cojones.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Cuaderno de campaña VII

No soy exactamente un cuáquero no teísta pero a veces me lo parece. Por eso no sé mentir sin que se me note. Desde hace tiempo observo que también le pasa a Mariano Rajoy. Puede parecer que ese rasgo incapacita a uno para ser abogado, o político, pero puedo asegurar que no. Si las cosas se ponen feas siempre queda el recurso al autoengaño para salir del paso. El procedimiento es sencillo: uno toma una pequeña parte de la realidad, profundiza en ella hasta llegar a un punto firme del hoyo y se concentra en abstraerse de todo lo demás durante el tiempo necesario. A pesar de los escrúpulos, con suficiente práctica uno termina siendo capaz de creerse cualquier cosa o de parecer que cree en ella. 

Algo así me sucede en estas elecciones. Creo que el domingo voy a mentir con mi voto y estoy seguro de que se notará. Por eso llevo varios días con una severa dieta de autoengaño. Concentro de tal modo mi atención en las palabras de los que me disgustan y hago de tal manera oídos sordos a los mensajes y actitudes de los más afines que casi estoy convencido de que votaré lo correcto, aunque tendré serias dudas si soy sincero conmigo mismo. 

La de vueltas que se puede llegar a dar a un irrelevante voto y todo únicamente por tratarse del propio.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Cuaderno de campaña VI


El debate fue un fiel reflejo de la inutilidad de la campaña. El resultado está definitivamente decidido a favor de una vaga esperanza y no hay nada más que decir. 



Y ahora vayamos a lo que importa: el dichoso juicio del viernes plagado de peritos, esos expertos de aire pendenciero que siempre están a salvo de la responsabilidad de sus errores. ¿Dónde los he visto antes?

domingo, 6 de noviembre de 2011

Cuaderno de campaña V

No me puedo creer que la campaña electoral apenas haya comenzado y me desespera pensar que le restan dos semanas. Y yo con estos pelos y sin saber qué haré el 20-N. En mi desconcierto he acudido a un oráculo, solo para descubrir que el partido que al parecer más se me acerca es uno al que me niego a votar.

Las encuestas dicen que todo está decidido y parece evidente que así es. Y mi inestable voto, esa insignificancia, está por decidir y solo puede acabar en una opción perdedora de la que, al menos como asegura el oráculo, estoy demasiado lejos. Tengo que hacérmelo mirar.


 

Soy un indeciso y aunque mi nombre es Legión no tiene ninguna importancia esta vez: la indecisión terminará disolviéndose en la potente corriente de fondo.