No me puedo creer que la campaña electoral apenas haya comenzado y me desespera pensar que le restan dos semanas. Y yo con estos pelos y sin saber qué haré el 20-N. En mi desconcierto he acudido a un oráculo, solo para descubrir que el partido que al parecer más se me acerca es uno al que me niego a votar.
Las encuestas dicen que todo está decidido y parece evidente que así es. Y mi inestable voto, esa insignificancia, está por decidir y solo puede acabar en una opción perdedora de la que, al menos como asegura el oráculo, estoy demasiado lejos. Tengo que hacérmelo mirar.
Soy un indeciso y aunque mi nombre es Legión no tiene ninguna importancia esta vez: la indecisión terminará disolviéndose en la potente corriente de fondo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario