martes, 27 de marzo de 2012

Miedo y otras percepciones

Ahora que caigo percibí mucho miedo el pasado fin de semana.

Como el que súbitamente el sábado por la tarde convirtió al sindicalismo beligerante a los amigos que habría situado en la derecha la mañana de ese mismo día. Un lógico miedo que en buena medida explica los resultados electorales en Andalucía y se alimenta de la desacostumbrada  incertidumbre del momento. Hoy el suelo se mueve bajo los pies incluso del que se creía más firme y el miedo se transmite vertiginosamente sobre una población en la que cada vez son menos los que no temen caerse.

Otras realidades también pudieron percibirse en Asturias, de donde soy por pura casualidad, que es el modo en que soy la mayoría de las cosas que me definen. Allí Cascos, su partido y sus piruetas nos recuerdan, por si cometemos la tontería de olvidarlo, que la parte más nutrida de la derecha patria (13/23, aproximadamente) está como una regadera, mientras la estampa del candidato socialista, un perfecto candidato de finales de los setenta, deja percibir lo anticuado de un partido que parece más conservador que progresista.

Miedo, y cada vez más, ante un escenario que se deteriora sin que se vea erigir uno nuevo. 
Somos seres naturalmente asustadizos. Es un error olvidarlo.

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