miércoles, 14 de marzo de 2012

Pesadillas

Cada profesión tendrá las suyas. Y hay una pesadilla, o varias, para cada momento de la vida. En mi juventud la pesadilla más recurrente tenía que ver con exámenes que había olvidado. La pesadilla de los abogados tiene que ver con juicios a los que por error no asistimos o plazos que dejamos pasar sin contestar o recurrir.

El otro día no tuve una pesadilla, la viví despierto. El cliente nos comunicó que el juicio se había celebrado sin nuestra asistencia. Sudor frío. Nada de agitación, sino momentánea parálisis y una palidez que podía percibir sin verla. La pesadilla duró lo que tardé en averiguar lo sucedido y en confirmar que el error no fue mío. Unas horas. 

Maldito estrés.

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