domingo, 19 de diciembre de 2010

Yo apelo

La Audiencia ratifica la "veracidad" de la información de EL MUNDO sobre el 11-M, titulaba ayer el periódico sobre sí mismo.

Lo curioso del enésimo estrambote es que no es descabellado. El resultado del recurso de apelación contra la sentencia dictada en primera instancia es más de lo mismo. Por situar brevemente la cuestión, en palabras de la resolución dictada ahora por la Audiencia Provincial de Madrid éste es, literal y concentradamente, el objeto material sobre el que descansaba la pretensión del demandante:


Al comisario le molestaron los comentarios. Llegó a pensar que la crítica sobrepasaba el límite de lo tolerable y que alcanzaba la abierta, descarada y falsa imputación de delitos. No sabía lo equivocado que estaba. El Tribunal aclara al comisario que, bien mirado, se tomó el asunto a la tremenda:

Lo que el [ingenuo] apelante califica de campaña de prensa contra él puede considerarse más bien [solo hay que aplicar la dosis necesaria de inteligencia] como una actitud pertinaz del citado periódico por esclarecer [esclarecer va subrayado en la sentencia] (o intentar que se esclareciera) qué había ocurrido realmente en los atentados del 11-M [en otras palabras, solo-semos-unos-que-queremos-de-saber].

El conjunto de los artículos reseñados en la demanda (aunque aquí aparezcan concentrados como si de la información de un solo y mismo día se tratara) reflejan un interés continuado por que la investigación policial y la instrucción judicial fuesen lo más transparentes y acertadas posibles. [Angelitos].

Se puede llegar a apreciar que las frases descalificadoras y los epítetos mordaces responden más a la rabia periodística de percibir que la verdad de los hechos se podía escapar que a una intencionalidad lacerante contra el Sr. Sánchez Manzano quien, al fin y al cabo, era un peón [¿una traición del subconsciente?] más dentro del gran ajedrez en el que el Estado se estaba jugando la partida de la persecución y el castigo de los terroristas y, consecuentemente, la protección y satisfacción de las víctimas.

Creo que los Magistrados de la Sala -y desde luego el ponente- llegaron a visulumbrar, quizá solo de refilón, el abismo de lo kafkiano y que por ello decidieron revocar la condena en costas impuesta en primera instancia. Un detalle.

Si alguien quiere conocer el verdadero estado de la Justicia en España no debe preguntarme a mí sino a un buen abogado. Le dirá que está curado, curadísimo, de espanto.

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