viernes, 4 de marzo de 2011

Preparando el recurso. (Temores de un hombre de lejanas miras).


Consulto la agenda y advierto que se acerca el día de la vista de ese asunto complejo y difícil. Debo repasarlo con antelación. Demasiadas veces he preparado el juicio el último día, confiando en que el tiempo que dediqué a la demanda o a la contestación, o las vueltas que antes di a la proposición de la prueba y a los rutinarios extremos de la audiencia previa serían suficientes para hacer un rápido guión de los interrogatorios y las conclusiones del juicio. Luego resulta que no, que el asunto necesita más recorrido en mi cabeza, más tiempo para encontrar el razonamiento más convincente y sugestivo, el modo de poner el énfasis en lo más decisivo o de disimular lo más inconveniente. Soy un trapero en un ambiente de feroz competencia y sé lo malo que es pecar de exceso de confianza. Pierdes el género o te juegas el cuello. Y luego el juez hace lo que le viene en gana. Los abogados vivimos en el alambre y siempre hay un gracioso moviéndolo.

Consulto la agenda electoral y advierto que se acerca la victoria del Partido Popular en las elecciones generales. Su victoria en las locales es más inminente aún y ya no puedo prepararla. Me concentraré en aquello para lo que aún resta un año. Recuerdo 1996, aquella única vez en que participé en la Junta Electoral de Zona y en la que era fácil apreciar que la victoria o el nuevo fracaso del Partido Popular dependían del miedo que su alternativa pudiera seguir inspirando o no a los electores, ese miedo que era insistentemente alimentado por el partido en el gobierno durante la campaña electoral. Finalmente el miedo se venció en suficiente medida y Aznar ganó.

La victoria Popular en 2011 ya no inspira miedo y responde a las seguras bondades de la alternancia pero, francamente, da tremenda pereza. Pienso que será el triunfo de las ideas de mis buenos amigos de derechas, esos tipos a los que no aprecio, sino quiero y mucho, pero que sostienen puntos de vista que me parecen, no puedo evitarlo, realmente peregrinos. Puede que sea cosa mía y soy yo el peregrino. Probablemente el Partido Popular es más moderno que esa parte de su electorado recalcitrante, entrañable y políticamente impresentable con el que tengo el gusto de tomar café a diario. A saber.



A veces pienso que debo prepararme para el advenimiento de los entusiastas patriotas. A veces lo pienso mejor y comprendo que este juicio no, esta vez no hay que prepararlo. Solo hay que pensar en la apelación.

Y barajar la posibilidad de perderla, como hace cualquier abogado.

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