domingo, 16 de octubre de 2011

The Tree of Life

En ocasiones el cine (o la televisión que puede llamarse tal) me emociona con una intensidad que no logra ninguna otra experiencia común. Es lo que tiene ser un sentimental. La música es un ingrediente indispensable y primordial en cualquiera de esas sacudidas emocionales, como la que viví con la última película de Terrence Malick, otro tipo sentimental, sin duda. En ella, entre la banda sonora original de Alexander Desplat y un amplio conjunto de piezas clásicas, sobresale una obra de François Couperin, Les barricades mystérieuses, música barroca de brillo universal que permite concentrar el poético argumento de la película...

 

... y saborear al mismo tiempo el recuerdo de un buen día de cine.



Si disfrutar o no de una película es siempre un asunto estrictamente personal y misterioso, en este caso lo es aún más si cabe.




Nuevamente son las inclinaciones, el natural sentido que atribuimos a la vida y el modo en que finalmente nos reconciliamos con ella. Es el camino que va mostrando nuestra consciencia cuando nos detenemos a emplearla.

 

Sé que hay varias respuestas pero estoy de acuerdo con la suya, Mr. Malick.

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