sábado, 29 de octubre de 2011

Duelo

Han pasado casi tres años desde que él murió. Me doy cuenta algo tarde de que no son muchos. He reunido a la viuda y a sus hijos en el despacho para comentarles la estrategia del juicio y preparar su interrogatorio. Enfrascado en los detalles jurídicos he olvidado que tendré que referirme constantemente al fallecido, a lo que hizo o contó en sus dos últimos años de vida. Descubro de pronto que me resulta difícil encontrar el modo de referirme a él, cómo llamarle. Tenía que haberlo pensado antes. Casi desde el principio de la reunión observo la emoción del hijo más pequeño y el paulatino desmoronamiento de la viuda. Comprendo que debo dirigirme al más duro: el hijo mayor, el que vivía y trabajaba con el padre. Presumo que es el que más se parece al difunto y noto su velada irritación por la debilidad de los otros.

Termina la reunión y nos despedimos afectuosamente. Mientras recojo el expediente y salgo de la sala donde hemos estado no puedo evitar la pesada sensación de abandonar un inesperado velatorio.

viernes, 28 de octubre de 2011

Cuaderno de campaña IV

Cualquier grave crisis económica es una crisis política. En esas circunstancias el deterioro de los índices de confianza en las instituciones públicas es una lógica evidencia y, al menos en cuanto a algunas de ellas, está plenamente justificado. Lo llamativo es el significativo avance en la confianza que despiertan los medios de comunicación en estos difíciles tiempos de incertidumbre. 


Ando dudando: me sonrío o me sonrojo. Soy lo bastante adicto a los medios de comunicación para haber comprobado cómo, desde que guardo memoria y en términos generales, incurren sistemáticamente y sin rubor en los mismos graves defectos que no se cansan de denunciar en un tono cada vez más indignado. Creo que no me equivoco al apreciar un panorama periodístico tan mediocre y cantinero como el político, que deja como resultado una maltrecha, cuando no simplemente delirante, opinión pública. 

Las crisis refuerzan y agudizan un principio invariable: es tan fácil señalar los errores, siempre tan abundantes, como difícil es encontrar las sendas correctas, siempre tan pocas y tan ocultas. Y buena parte de los medios de comunicación no, no son un buen camino hacia ninguna parte que merezca la pena. 

domingo, 23 de octubre de 2011

Cuaderno de campaña III

El terror vasco declina. Su infierno.



Son varias las claves y sucesos históricos que explican el comunicado de ETA del pasado 20 de octubre. El momento en que lo mejor y más valiente de la sociedad levantó la voz y llamó al terror por su nombre, públicamente y en los propios lugares que habita. El momento en que las autoridades francesas emprendieron la persecución al otro lado del frontera. El momento en que empezó a perseguirse penalmente, más allá de los comandos, la compleja estructura económica y societaria de quienes apoyaban la violencia. El momento en que el brazo político de la organización fue formalmente deslegitimado y expulsado del juego institucional, haciéndole ver que solo el firme rechazo de la violencia podría permitirle el retorno. El enjuiciamiento de los portavoces políticos y, en suma, el conflicto de intereses entre éstos y los pistoleros. Las detenciones de los miembros activos de la banda y el sucesivo descabezamiento de la organización, realizado cada vez más rápidamente. El sentimiento de derrota e inutilidad gestado en las prisiones.

La prudencia nos recuerda que la palabra del fanático no merece confianza, pero dado el contexto es improbable una vuelta atrás. Y aunque no puede desaparecer la responsabilidad por el terrible dolor injustamente infligido ni cabe esperar sin más el fin de la sinrazón que sigue dominando a los que hasta hace poco respaldaron el terror, no es sensato despreciar la importancia histórica de la última escena. El fanático no cambia de un día para otro, puede que incluso nunca, pero en cualquier momento puede poner punto y final a su estrategia violenta. 

Quedan retos difíciles, como los que siempre existen después de una sufrida victoria. El nacionalismo, origen y alimento del terror, sigue intacto, lo sé, pero no puedo evitar alegrarme, aunque sea amargamente, mientras brindo comedidamente por el adiós a los mafiosos en la imaginaria compañía de quienes no pueden ya hacerlo.

jueves, 20 de octubre de 2011

Cuaderno de campaña II

Sigo sosteniendo que el nacionalismo es un rumbo político equivocado. Hablo de rumbo porque nada permanece en el mismo sitio y no creo que haya métodos fiables para identificar lugares donde convenga quedarse quietos, de manera que probablemente debamos conformarnos con juzgar pasos o trayectorias, tratando de elegir los mejores. Insisto, el nacionalismo es uno de los peores, un viaje organizado en dirección contraria a la que sugieren la razón y la compasión.

El nacionalismo es una enfermedad política que engendra partidos enfermos y al mismo tiempo enferma a cualquiera que entra en contacto con él. Hay varias cepas que inciden sobre diferentes poblaciones de riesgo, tanto a derecha como a izquierda del arco. Nadie está a salvo. Lamento especialmente comprobar una vez más que cierta parte de la socialdemocracia está gravemente infectada por la variante periférica del nacionalismo, la misma que parece ser ya endémica en Cataluña. 

Urge una campaña de vacunación. 

domingo, 16 de octubre de 2011

The Tree of Life

En ocasiones el cine (o la televisión que puede llamarse tal) me emociona con una intensidad que no logra ninguna otra experiencia común. Es lo que tiene ser un sentimental. La música es un ingrediente indispensable y primordial en cualquiera de esas sacudidas emocionales, como la que viví con la última película de Terrence Malick, otro tipo sentimental, sin duda. En ella, entre la banda sonora original de Alexander Desplat y un amplio conjunto de piezas clásicas, sobresale una obra de François Couperin, Les barricades mystérieuses, música barroca de brillo universal que permite concentrar el poético argumento de la película...

 

... y saborear al mismo tiempo el recuerdo de un buen día de cine.



Si disfrutar o no de una película es siempre un asunto estrictamente personal y misterioso, en este caso lo es aún más si cabe.




Nuevamente son las inclinaciones, el natural sentido que atribuimos a la vida y el modo en que finalmente nos reconciliamos con ella. Es el camino que va mostrando nuestra consciencia cuando nos detenemos a emplearla.

 

Sé que hay varias respuestas pero estoy de acuerdo con la suya, Mr. Malick.

jueves, 13 de octubre de 2011

Titulando

Presto atención a los apuntes sobre periodismo que publica Arcadi Espada en su página ”El Mundo por dentro y por fuera”. Comprendo su preocupación por el futuro de la profesión y estoy de acuerdo en la importancia que atribuye al periodismo en la necesaria ordenación del complejo e inabarcable mundo que nos rodea.

En su entrada del pasado 11 de octubre de 2011 (”Las noticias impresas quedan impresas”) vuelve a plantear esa cuestión que permanentemente sobrevuela su blog, es decir, “si la sociedad democrática puede prescindir de la autoridad (gestionada por los periodistas, pero en la que participan muchos otros agentes) que señala cuáles son los asuntos y qué importancia tiene cada uno y entre sí”. Yo también creo que la respuesta es no, aunque como en cualquier institución que asumimos necesaria pero imperfecta, a mi juicio el esfuerzo debe concentrarse en cómo mejorarla, interés que es evidente y constante en los análisis de Arcadi Espada.

El periodista añadía una nueva e interesante sugerencia en esa misma entrada: “quizá hayamos liquidado con demasiado desdén y premura al lector de periódicos que sólo lee titulares. Los titulares no son importantes sólo por lo que lo llevan dentro, sino por las relaciones de jerarquía que mantienen con los otros titulares. Es decir, de la lectura rápida de los titulares de los periódicos quizá se obtenga un contenido informativo superficial, pero también una relación sofisticada de la importancia de los asuntos. En los periódicos los titulares son algo así como «una lista inteligente» Trasladados a twitter o facebook, es decir, allí donde el orden se debilita o desaparece, dejan de ser inteligentes para quedarse sólo en titulares”.

Al día siguiente me fijé en la portada de la edición impresa de “EL MUNDO” para aplicar el razonamiento. Trato de encontrar la valoración de la importancia (relativa) de los asuntos que subyace a los titulares y los voy contando. Primero, segundo y tercero. La lista inteligente. El tercero: “Asesores de Rubalcaba le piden que se ponga fundas en los dientes”. 


Un día antes el periodista bromeaba diciendo que “distingo a cuatro leguas la cabeza del que lee periódicos y la de su inverso”. Creo que las diferencias más observables las marca el tipo de periódico que se lee y, por encima de todo, el modo de leerlo. No bromeo. Leer según qué periódicos de según qué manera puede ser tan pernicioso, si no más, que no leer ninguno.

martes, 11 de octubre de 2011

Cuaderno de campaña I

Un derrotado no puede permitirse el lujo de parecer malencarado. El P.S.O.E. haría bien en ocultar a Elena Valenciano, al menos durante la difícil travesía que se avecina.

Solo me interesa la verdad y la justicia, pero si el asunto de la gasolinera llegara a tener la menor sustancia el P.S.O.E. haría bien en aprovechar la ocasión para librarse de José Blanco, un buen ejemplo del político profesional que no nos conviene.

En estas fechas ya casi electorales siempre acabo poniéndome nostálgico




¿Quién no los echa de menos?